A todos nos cuesta planificar nuestra sucesión aunque todos sabemos, desde un comienzo, que nos vamos a morir.
Si bien puede resultar incómodo, por decirlo de alguna manera, es conveniente planificar qué será de nuestros bienes, cómo se hará la distribución hereditaria, si pasarán por una donación anticipada o un proceso sucesorio, e incluso cuál será el destino de nuestro cuerpo: parcela, nicho o crematorio.