Argentina se enfrenta a una encrucijada: seguir siendo una de las economías más cerradas del mundo o asumir, de una vez por todas, el desafío de internacionalizar su matriz productiva. La inminente firma del acuerdo entre el MERCOSUR y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) no es un hecho aislado; es un test sobre nuestra capacidad de proyectarnos al mundo.