La universidad en la era de la inteligencia artificial

24.10.2023

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Autor: DirCom

En el campo académico, ya no quedan dudas que la IA es el tema del año, sobre el cual volcamos ríos de tinta digital y discutimos en seminarios y workshops, procurando asir el impacto que el advenimiento de esta tecnología está provocando en las instituciones universitarias.  

Tal como lo afirma Carlos Scolari en su primera tesis sobre inteligencia artificial, “todo lo que escribimos o decimos sobre la IA ya fue”. Con esta advertencia inicial y conscientes de que la expansión de la IA marcará giros en los más diversos ámbitos de la vida en sociedad, nos aventuramos a trazar algunos vectores de análisis que quizá conserven cierta ingenuidad frente al vértigo de un salto que no atinamos a dimensionar. 

Hace tiempo ya que Ulrich Beck introdujo el concepto de teoría-diagnóstico para referirse a la descripción de fenómenos sociales que nos cruzan a gran velocidad y demandan la construcción de un vocabulario particular para ser comprendidos. Un ejercicio especulativo que ensaya respuestas a preguntas del tipo de ¿dónde estamos?, ¿hacia dónde vamos? o ¿qué entendemos de lo que está pasando? Esto nos sucede en torno a la IA. La disrupción inducida por la proliferación de emprendimientos de IA generativa nos mueve a atar cabos de sentido a medida que la vivencia nos atraviesa y las conversaciones se multiplican.  

IA ¿estrecha o generalista?, ¿predictiva o generativa?  

En esta urgencia por teorizar para comprender, postulamos la apertura de una IA débil o estrecha, que engloba las obras vigentes con fines concretos, acotados, y una IA fuerte o generalista: un ideal utópico -hoy inexistente- comparable a una inteligencia humana potenciada, capaz de adquirir auténtica supremacía. Siguiendo con los alegatos racionales, establecemos una diferenciación entre la IA predictiva y la generativa. La primera, una clase de algoritmo de aprendizaje automático que analiza datos y pronostica derivaciones futuras. En contraste con ella, una IA generativa que se especializa en producir contenidos en distintos formatos. El quid está en esta última.  

GPT, el pionero 

Llegados al punto de analizar el impacto de la IA en las aulas universitarias, se impone la alusión a GPT, modelo pionero que suscitó un quiebre en la homeostasis del sistema. Su aparición nos confrontó con la novedad. Como usuarios registramos un viraje cualitativo que nos sacudió del letargo de lo conocido: GPT genera texto en lenguaje natural a partir de nuestro requerimiento. Lo dialógico es lo propio de GPT y esto compone una experiencia diferente. Y además ofrece el paso a paso de esa generación: el texto se despliega temporalmente y ambos interlocutores participan de esa cocreación en curso.  

Desde su irrupción hacia finales de 2022, modelos similares fueron adicionados en numerosas interfaces. Vale subrayar que GPT no vino a derribar las plataformas tradicionales de búsqueda de información, sino a complementarlas y ensancharlas, sumándose como una nueva especie en el ecosistema mediático. 

¿Estamos dispuestos a revisar nuestros modos de enseñar y aprender? 

Para el universo educativo la popularización de GPT y otros modelos de IA generativa plantea un desafío enorme. Frente a este interrogante, volvemos la mirada sobre los docentes, actores en primera línea de fuego. Docentes que en sus prácticas diarias pueden disparar mutaciones, modificar rutinas y originar variaciones que traccionarán de lo micro a lo macro. Es que este ritmo 2X que nos arrolla desalienta la espera del top-down, porque las directrices necesariamente tardarán en llegar. Y la aceleración estimula la emergencia de iniciativas descentradas, de usos imprevistos e interacciones multidireccionales que abonan el terreno de la innovación. 

Es así como la universidad avanza para ponerse a la altura de los dilemas de la época. La UNESCO detalló en un documento de reciente data las cuestiones que considera prioritarias para integrar la IA de manera responsable en el nivel superior. Según esta organización, las decisiones deberían encaminarse hacia la creación de capacidad interna, la elaboración de un marco de políticas, la innovación pedagógica y la formación en competencias, el impulso de la investigación y la aplicación de la IA, la movilización del conocimiento y la colaboración en torno a ella, y la promoción de la igualdad de género, tanto para la IA como para la educación superior en su conjunto. Cabe señalar que la reproducción de sesgos es una de las fisuras básicas detectadas en los modelos actuales, toda vez que la IA nos devuelve nuestra propia imagen espejada: lo positivo, pero también los prejuicios y las contradicciones. Y muy probablemente contribuya a fijarlas y profundizarlas. Aquí la figura del docente se agranda, para reconducir y hacer visibles las inconsistencias. 

Si estamos dispuestos, ¿cómo lo hacemos? 

Gráfico de elaboración propia sobre algunas posibles aplicaciones de la IA generativa en educación superior.

Ahora bien, para que lo anterior sea viable es fundamental conocer a fondo las nuevas herramientas. La alfabetización informacional docente es un requisito crítico para idear estrategias de incorporación o de neutralización de posibles usos deshonestos de la IA. Siempre colocando por delante los objetivos pedagógicos, porque la pedagogía precede y la tecnología acompaña. A todas luces el desarrollo profesional docente se presenta como un elemento nuclear, ya que es el mismo rol el que evoluciona de la mano de las tecnologías. De ahí que la preparación para asumir esta coevolución en escenarios inestables sea un tránsito obligado.  

La dimensión humana siempre en el centro 

Hoy más que nunca, una universidad que se propone formar profesionales calificados debe situarse en el paradigma de la integralidad. Más que nunca, formar personas comprometidas con sus comunidades y resueltas a ser protagonistas en los entornos en los que se insertan se vuelve un imperativo. ¿Cómo se logra esto? Podemos inferir que manteniendo y perfeccionando nuestra humanidad en permanente diálogo con las tecnologías. Porque lo tecnológico no es ni más ni menos que una dimensión de lo humano. Y en el centro, en el corazón de nuestra misión como universidad, están las personas.  

Nos encontramos en un punto crucial en el que la meta de la mera adaptación se queda corta. Se trata de sellar una circularidad virtuosa; de teorizar para comprender, pero también de actuar a partir de esa comprensión. De trascender el estado de perplejidad para liderar el cambio con las tecnologías como aliadas. 

 

Por Mariángeles Castro Sánchez, Docente e investigadora, directora de estudios del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral.

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