Premian a científicos del Conicet y de la Universidad Austral

18.04.2024

|

Autor: Dr. Marcelo Villar, Dra. Florencia Coronel y Dr. Pablo Brumovsky

LA NOTA FUE PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL SUPLEMENTO ZONAL DE CLARÍN. Compartimos su transcripción:

El tiempo entre que se empieza una investigación relacionada con la salud y el resultado final puede durar décadas. Acortar ese lapso es, entre otros, uno de los objetivos de la medicina traslacional que se refiere al proceso de aplicar la ciencia básica a la resolución de problemas médicos cotidianos. Uno de esos problemas a resolver es el dolor que sufren los pacientes. Al respecto, una investigación de un grupo de científicos argentinos obtuvo un premio internacional.
Se trata del equipo integrado por el Dr. Marcelo Villar, la Dra. Florencia Coronel y el Dr. Pablo Brumovsky.
Ellos recibieron el “Premio 2024 a la excelencia en investigación y tratamiento del dolor en países en desarrollo”. Fue otorgado por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, que viene entregando desde el 2005 la distinción. Como aclara la carta de premiación, la selección del equipo para el reconocimiento subraya que su “trabajo sirve de faro de excelencia e inspiración dentro de la comunidad mundial de profesionales del tratamiento del dolor”.
Y es que la investigación presidida por el investigador superior del CONICET, Marcelo Villar, es pionera en el país y constituye un diferencial respecto a cómo se venía tratando el tema de manera histórica. “Clásicamente el dolor ha sido relacionado con una patología específica, por ejemplo, la diabetes. Se curaba y listo. Sin embargo, hay un cambio de paradigma que viene ocurriendo desde hace unos 10 años y que implica tratar el dolor en sí mismo”, explica Villar.
El investigador se formó en los ochenta y luego de una tesis de doctorado hecha en Argentina y un posdoctorado realizado en Suecia, volvió al país y comenzó a in- vestigar sobre las neuronas transmisoras del dolor. A través de los años este trabajo se volvió más complejo y abarcativo, hasta el punto de que comenzó a presidir formalmente el Programa del Dolor dentro del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional (IIMT) en el 2016.
El organismo depende tanto del Conicet como de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral. Está conformado por 60 personas entre las que hay investigadores, becarios, técnicos y personal de administración.
El programa liderado por Villar se encarga de la detección de los mecanismos que subyacen al dolor agudo y crónico. “Cuando hablamos de dolor hay dos grandes categorías: el dolor agudo y el dolor crónico. El primero es un ‘buen dolor’; nos protege porque nos avisa de un daño. Pero cuando persiste por más de 3 meses pasa a ser un dolor crónico. Este es el que es de muy difícil tratamiento”, explica el investigador superior del CONICET.
La investigación se fue expandiendo y focalizando. Así, y bajo el ala del Programa del Dolor, se creó el Laboratorio de Dolor en Cáncer, supervisado por la Dra.
Florencia Coronel, y el Laboratorio de Mecanismos e Innovación Terapéutica en Dolor, llevado adelante por el Dr. Pablo Brumovsky.
“La Dra. Coronel está trabajando con el sistema endocannabinoide.
Analiza el modo en el que el cannabis puede servir para el tratamiento del dolor”, aclara Villar.
Mientras, Villar y Brumovsky trabajan en la molécula IMT 504, desarrollada en Argentina, y sobre la cual están realizando investigaciones para transformarla en fármaco.
En este sentido, Villar hace foco en la medicina traslacional, que busca acortar los tiempos entre el laboratorio y la realidad del paciente. “Normalmente desde lo que se observaba en el laboratorio hasta que el paciente obtenía beneficios se tardaba alrededor de 20 años”, desarrolla Villar.
Así, el rápido y profundo desarrollo de un fármaco dedicado especialmente al tratamiento del dolor y sin efectos colaterales fue el gran factor merecedor del premio internacional. Actualmente la investigación se encuentra en la fase 1, en la cual la molécula está siendo aplicada —bajo la aprobación de la ANMAT— en tres grupos de humanos sanos. Se piensa terminar con esta etapa a mitad de este año.
Luego, la fase 2 involucrará la aplicación en pacientes con patologías dolorosas. “Si la investigación va bien se podrá aplicar el fármaco en convenio con un laboratorio, ya con indicaciones médicas y con lo que corresponde a la administración de ese nuevo medicamento”, afirma Villar. Según estima, esta podría estar ya disponible para fines del 2026.

Compartir