La posibilidad de que la Franja de Gaza quede dividida en dos “partes” —una zona bajo control efectivo de Israel, con acceso prioritario a la reconstrucción, y otra bajo dominio de Hamás, prácticamente devastada y bloqueada— ha comenzado a ganar fuerza en los análisis diplomáticos y de seguridad a nivel internacional. Específicamente, porque el conflicto pareciera no tener una salida clara y diplomática correcta, como se esperaba, y el mapa militar sobre el terreno empieza a cristalizar una separación difícil de revertir.