Por Ing. Iván Gustavo Eglis.
Se estima que estamos viviendo en un mundo globalizado desde fines de la 2da guerra mundial. Este mundo cada vez más conectado presenta desafíos realmente importantes, algunos de ellos vinculados con la supervivencia del ser humano.
Actualmente nos estamos desarrollando a un ritmo que ha estado comprometiendo y compromete los límites de la tierra en cuanto a sus recursos. Constantemente, escuchamos noticias ambientales negativas, que involucran desde la pérdida de bosques nativos, la contaminación del agua, aire, suelo y la extinción masiva de especies.
Ahora bien, no todo está perdido. La solución, como humanos, está en nuestras manos. A problemas globales se deben plantear soluciones globales.
Una pregunta a hacerse es cómo debemos desarrollarnos la sociedad en su conjunto para lograr una calidad de vida que se extienda en el tiempo a medida que protegemos el ambiente en el que vivimos.
Para responder esta pregunta me parece bien referirse a un concepto que se llama desarrollo sostenible. Desde el momento que se difundió este concepto, en 1987 (Informe Brundtland), el mismo se ha mantenido en el tiempo con una importante aceptación global. Pero qué es el desarrollo sostenible. Sencillo. Según su definición, implica aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Con esta definición, ¡¿Quién podría oponerse a la misma?!
Ahora bien, para lograr este desarrollo sostenible, hay un consenso importante de que se debe realizar a través del equilibrio de tres aspectos fundamentalmente: el social, el ambiental y el económico. Debe haber un crecimiento económico con una protección ambiental y un desarrollo social en equilibrio. Pues la pregunta, ahora, es cómo se logra el equilibrio en la búsqueda del desarrollo sostenible.
Para esto, la labor que desarrolla la Organización Internacional de Normalización ISO es muy valiosa y puede orientarnos a contestar esta pregunta. A través de un Comité Técnico de normalización, el número 207, ha desarrollado diversas herramientas de gestión ambiental. Estas herramientas son el fruto del consenso de numerosos países que participan activamente. Actualmente hay más de 70 países activos y más de 40 países como observadores del proceso. La Argentina participa a través del IRAM, el Instituto Argentino de Normalización.
El comité fue creado en el año 1993, a posterior de la famosa y más importante Cumbre sobre Medio Ambiente, según opinan los expertos; la Cumbre de Río 92. Este Comité técnico se encarga de desarrollar normas de gestión ambiental y, según el alcance que la ISO determina, éste se encarga de la normalización en el campo de la gestión ambiental para abordar los impactos ambientales y climáticos, incluidos los aspectos sociales y económicos, como base para el desarrollo sostenible.
Para los que estamos en la gestión ambiental es muy conocida la norma “bandera” ISO 14001 que apareció por primera vez en el año 1996. La que establece los requisitos para la implementación de un sistema de gestión ambiental. Hoy estamos en la tercera versión, que es la norma publicada en el año 2015, que se basa en el ciclo de mejora contina también denominados ciclo de Deming. Este protagonismo de esta norma, de algún modo, “ha opacado” la importante producción de normas de gestión ambiental que existen además de su norma estandarte.
Actualmente existen más de 60 normas de gestión ambiental que ayudan a las organizaciones, sean públicas o privadas, a mejorar su desempeño ambiental.
Estas buenas prácticas consensuadas internacionalmente, que son las normas, abarcan una extensa cantidad de temas para gestionar los aspectos ambientales de las organizaciones y, por ende, disminuir los impactos ambientales en la búsqueda del desarrollo sostenible.
Los temas van desde la cuantificación, verificación de los proceses de medición de gases de efecto invernadero hasta la gestión del agua, la economía ambiental, el análisis del ciclo de vida, el etiquetado ambiental, la forma en evaluar el desempeño ambiental de cualquier organización, la valoración de pasivos ambientales, la comunicación ambiental, el incorporación de aspectos ambientales en el desarrollo de productos y servicios, entre varios temas más.
Estas normas, que muchas veces se desconocen, han sido la base, por ejemplo, en el caso de las normas de etiquetado ambiental, para el desarrollo de las ecolabel en muchos países de Europa.
Iván Gustavo Eglis es ingeniero ambiental especializado en temas de seguridad, higiene y medio ambiente con más de 20 años de experiencia. Se desempeña como profesor universitario en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral. Actualmente ocupa el cargo de director del área de Medio Ambiente de Posgrados de la Facultad de Ingeniería. Además es director de la Diplomatura en Gestión Ambiental Sostenible de la Universidad Austral.
Eglis es auditor en Sistemas de Gestión (OSHAS 18001, ISO 45001, ISO 14001 e ISO 9001) y posee alto conocimiento sobre las leyes y regulaciones ambientales nacionales, provinciales y locales.
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