Una nota reciente del diario El País relata cómo, tras un largo proceso racional, el bioquímico belga Christian de Duve, quien primero propuso la teoría del mundo tioéster para explicar el origen de la vida, perdió la fe cristiana que había recibido de su familia. El autor de la nota explícitamente opone el origen de la vida por causas naturales a un origen por causa sobrenatural, es decir, por la intervención de Dios. Con esto no hace más que asumir acríticamente el tan afamado mito del conflicto entre ciencia y religión, por el cual se afirma que la ciencia inexorablemente refutará, si ya no lo ha hecho, toda creencia religiosa. De este modo, el avance de la ciencia significaría para la humanidad el destierro de la religión y la fe. Sin embargo, si uno considera las ideas de ciertos autores cristianos sobre el origen de la vida, podrá ver que tal conflicto no es más que un mito. Así, la historia de la ciencia sobre el origen de la vida y su vínculo con ideas sobre la existencia de Dios muestra una relación compleja, imposible de ser reducida a un simple conflicto.
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