El Hilo Edición 45Hilo

Tragedia educativa, tragedia ciudadana

15.05.2023

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Autor: #ElHiloRedacción

Las últimas evaluaciones sobre la educación secundaria en la Argentina, nacionales e internacionales, han puesto de relieve tres graves y básicas carencias en nuestros estudiantes: tienen problemas para leer, para escribir y para resolver problemas matemáticos.

En 1999 el por entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, publicó un libro polémico y demoledor titulado La tragedia educativa, una de cuyas tesis principales es la misma que estos datos penosos ilustran: que no se aprende en nuestro actual sistema escolar.

Sin embargo, nos quedaríamos cortos de mirada al pensar que la tragedia educativa lo es solo en ese ámbito, el de la educación. Lamentablemente ese déficit estructural que arrastramos tiene profundas consecuencias para la vida ciudadana.

Que a más del 40% de nuestros adolescentes les cueste leer no significa que sean incapaces de silabear unas palabras detrás de otras, o pronunciarlas, lo que implica es que no son capaces de comprender los textos, de desarrollar la abstracción, de identificar las ideas que contienen, de distinguir las principales de las secundarias, de desnudar los sofismas, de relacionar unos textos con otros, y unos autores con otros también. La estrepitosa gravedad de no saber leer es que significa, en suma, no saber pensar.

Algo parecido le ocurre a ese también más del 40% que tiene dificultades con la escritura, que no es asunto de una pobre caligrafía, o de falta de conocimiento de los principios de la gramática, la ortografía y la sintaxis, aunque muy posiblemente también eso ocurra, significa que no saben expresar lo que sienten y lo que piensan, que no saben dialogar, argumentar, llegar a acuerdos y a desacuerdos si es preciso, asuntos todos ellos decisivos en su vida como ciudadanos libres. No saber escribir es, en el fondo, no ser capaces de dar cuenta de sí mismos y del mundo en el que vivimos.

Por último, los estudiantes secundarios manifiestan graves carencias a la hora de resolver problemas matemáticos. Ingenuamente podemos pensar, o pueden pensar ellos, que ese conocimiento es por completo innecesario en un mundo en el que ese tipo de problemas los resuelven las computadoras, olvidando que lo

que las computadoras son incapaces de definir es qué problemas en concreto deben resolver matemáticamente, por una parte, y por otra qué problemas de todos cuantos existen se pueden resolver de ese modo y no de otro, es decir, que carecen de los fundamentos del pensamiento lógico, el único que nos previene contra la manipulación de las ‘fake news’ o del totalitarismo de algunas ideologías.

Sin pensar, sin ser capaces de expresarse y sin pensamiento lógico estamos completamente indefensos ante la manipulación de las conciencias y los corazones propia del pensamiento mágico del que están esencialmente hechas todas las formas de populismo y en todo el mundo, del signo político que sean: mesianismos que proponen soluciones simplistas, rápidas e inocuas a problemas complejos.
Ese 40% indefenso es parte de los ciudadanos argentinos del futuro, ya lo son en el presente, una tragedia educativa con implicaciones ciudadanas en cuyo diagnóstico de hace 23 años el genial y siempre lúcido Jaim Etcheverry parece haberse quedado tristemente corto.

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