En el marco de esta conmemoración, el Dr. Gustavo Marino, profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y jefe del servicio de Alergia e Inmunología del Hospital Universitario Austral, reflexiona sobre una condición compleja y cuya tasa de mortalidad está en aumento, pero que, con un diagnóstico adecuado, puede ser controlada y sus síntomas pueden no aparecer por años.
El asma constituye una epidemia global, su predominio y severidad continúan aumentando en muchas partes del mundo. Además, es la enfermedad crónica más común en la niñez, luego de las infecciones virales respiratorias.
Se trata de una enfermedad pulmonar crónica e inflamatoria que se distingue de otras como el EPOC (Enfermedad Obstructiva Pulmonar) porque es reversible, es decir, que se alternan periodos de mejora con empeoramiento. Además, es compleja y multifacética, dado que se comporta de manera diferente en cada persona e incluso varía de acuerdo a muchos factores como la exposición a alérgenos, los cambios climáticos, la posición que adoptamos, etc. Por estos motivos, muchas personas asmáticas e incluso algunos profesionales pueden tener problemas en reconocerla o bien confundirla con otros cuadros inflamatorios como la bronquitis, la traqueítis, la faringitis y, por ende, diagnosticarla de forma incorrecta.
El asma se presenta cuando existe inflamación en las vías respiratorias; los síntomas del paciente pueden ir y venir o cambiar su presentación y duración, pero usualmente la inflamación persiste. No existe una cura específica para el asma, pero sí es posible manejar y revertir los efectos de la enfermedad. El abordaje temprano y suficiente es fundamental para el manejo efectivo del asma.
Se ha discutido mucho si es o no una enfermedad hereditaria. Se calcula que 2 de cada 3 pacientes con asma tienen algún pariente cercano que padece la enfermedad. Igualmente, es importante aclarar que tener un familiar con asma no asegura padecerla. Lo que se hereda es la tendencia, cierta predisposición, no la enfermedad.
Por lo general, se manifiesta por primera vez en la niñez y suele afectar más a los niños que a las niñas. Los síntomas más frecuentes en la infancia son la tos seca, los silbidos acompañados de resfríos constantes y duraderos. También puede desarrollarse una baja resistencia al ejercicio e incluso una sensación de falta total de aliento, pesadez en el pecho o problemas respiratorios.
Por su condición crónica y compleja, el asma requiere un tratamiento compuesto por diferentes aristas, entre las cuales se destacan: la revisión periódica por parte del médico (responsable de definir el curso del abordaje), el seguimiento individual llevado a cabo por el paciente (por ejemplo, a partir de un cuaderno o diario), la disminución de la exposición a factores desencadenantes (alérgenos, humos, etc.), y el uso correcto de la medicación.
El asma puede manifestarse de forma variada y, además, ciertos detonantes pueden causar reacciones más fuertes en algunos pacientes asmáticos que en otros. Se han identificado más de 250 químicos como detonantes y miles de alérgenos. Por ello, los médicos usualmente clasifican el asma de acuerdo al factor que provocan sus síntomas.
En ese sentido, es importante aclarar que no todo cuadro de asma es alérgico (aunque sí la mayoría) y no todas las alergias producen asma. Las principales causas son las alergias a los ácaros, hongos anemófilos y alimentos. Por lo tanto, conocer a qué somos alérgicos será fundamental para evitar los desencadenantes y, cuando no se pueda, realizar tratamientos desensibilizantes de alergia.
Lo más preocupante de esta enfermedad es que la tasa de mortalidad está en aumento; la buena noticia es que con un diagnóstico adecuado, dado por la valoracion alérgica y pulmonar, en la mayoría de los casos puede ser controlada y, en los más exitosos, pueden no aparecer síntomas por años.
Como suele suceder el éxito en el control dependerá de un diagnóstico temprano y completo, como así también un tratamiento personalizado donde siempre este presente el alergólogo y el neumonólogo, los especialistas más entrenados para tratar esta enfermedad.
Dr. Gustavo Marino
Profesor de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral y jefe del servicio de Alergia e Inmunología del Hospital Universitario Austral.