Se observa una pequeña mejora en la confianza de los productores, basada fundamentalmente en las expectativas futuras, aún incluso con niveles negativos.
La vigencia del dólar soja ha acelerado las ventas de los productores, quienes manifestaron que los usos de los recursos serían en mayor medida para la compra de insumos, el pago de arrendamientos y otras cuentas pendientes y; en menor medida, para la compra de dólares financieros.
Existe una gran preocupación por las condiciones climáticas y se cree que, en muchos casos, los
daños al trigo son irreparables, generando además una reducción en la siembra de maíz.