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Ponencia presentada en la Semana de Investigación Interdisciplinar “Del yo a la persona”, en la Universidad Austral, Campus de Pilar (Buenos Aires, Argentina), el 8 de agosto de 2018.

Ivana Anton Mlinar
Universidad Nacional de Cuyo

 

La perspectiva de segunda persona (2P) se ha situado como perspectiva epistemológica propia para acceder a lo que, en términos ya asentados hoy en el ámbito de las ciencias cognitivas, se denomina cognición social (CS), y que incluye de un modo fundamental, aunque no excluyente ni unánimemente aceptado, aquél conocimiento intuitivo que una persona tiene de otra. Se trata del modo en que se busca dar cuenta de la intersubjetividad, de lo que hace posible percibir a otro como un otro yo, es decir, como fuente de vivencias y no como objeto, y, en tal sentido, poder percibir que y lo que el otro piensa o siente.

Las reflexiones y estudios realizados en este ámbito han puesto de manifiesto que tanto la noción como el alcance de lo que sea una perspectiva de segunda persona y una CS permanecen lejos de ser uniformes.

Información sobre y experiencia de lo social puede adquirirse de muy diverso tipo y de muy diversa forma: por medio de la lectura de un libro acerca de costumbres de un pueblo, observando directamente o por medios audiovisuales la interacción de un grupo humano, interactuando con alguien, siendo interpelado por alguien, etc. Ahora bien, cada uno de estos “conocimientos” de tipo social se presentan con una configuración y perspectiva diversa.

En definitiva, parece necesario indagar primero o recuperar de dónde emerge, por un lado, la noción de perspectiva, y, por otro, el concepto de persona o más bien personas (es decir, no en su sentido ontológico absoluto sino en su distinción relativa que se presenta como ordinal 1°, 2°, 3°); para poder situar un posible aporte de la llamada perspectiva de segunda persona, en concreto a las neurociencias.

La noción de personas proviene del ámbito de la lingüística –la persona es una relación referenciada en un acto de habla con ese acto. Es decir, el modo propio del acto manifiesta un tipo de relación, un tipo de referencia. Típicamente se distingue la primera persona, que es el emisor del acto de habla, la segunda persona, que es el receptor (quien escucha), y la tercera persona, que es cualquiera que no sea ni emisor ni receptor del acto (de quien se habla).

La noción de perspectiva procede del ámbito del dibujo y de la pintura: con Bruneleschi -1420 aprox.- se dio la comprensión del método científico de la perspectiva, método de representación del espacio tridimensional en una superficie plana. Es precisamente este desafío de la representación de espacios y objetos percibidos lo que hace manifiesta la relación entre el observador y el modo de aparición de lo percibido.

La noción de perspectiva permite entonces aludir al CÓMO de la constitución, al modo como algo aparece o se entrega, lo que lleva implícita entonces la referencia a otras posibles perspectivas o modalidades.

Podríamos decir que la noción de perspectiva asociada a la de persona alude a una relación que tiene lugar entre el acto o vivencia o percepción y su modo peculiar de constituirse, un modo esencialmente referenciado.

Centrándonos ahora en la cognición social…

Los primeros estudios sobre CS se han movido en el marco de la llamada Teoría de la mente (tanto la Theory Theory como la Simulation Theory), que da por sentado que la comprensión social incluye habitualmente “lectura de mente” (mindreading): la capacidad de atribuir a otros estados mentales como creencias, deseos e intenciones con el fin de predecir o explicar su conducta sin necesidad de interacción. Se han investigado los correlatos neurales de la cognición social desde una aproximación de 3P, en la que los sujetos participantes solo observan a otros agentes.

Se ha visto que existen diferencias profundas en el procesamiento neural relativo a la reciprocidad de la interacción social. La CS es significativamente distinta cuando estamos comprometidos emocionalmente.

A diferencia de estos paradigmas de tercera persona, surgieron los teóricos de la interacción invocando una perspectiva de 2P de la CS, sosteniendo que responde a la necesidad de reconocer la especificidad estructural que se da en la interacción, pues requiere un compromiso emocional.

Existen diversos conceptos de lo que incluiría tal enfoque y cómo debería especificarse en contraste con el enfoque de 3P, ya que no parece posible considerar que una actitud observacional es meramente pasiva, sino que cualquier perceptor, no importa qué tan distante o indiferente, está involucrado activamente en lo que percibe. La percepción incluye habilidades sensoriomotoras, por lo que no puede ser separada totalmente de la acción. En consecuencia, no resulta distintiva la diferencia entre implicación activa y observación pasiva para fundamentar una fuerte distinción entre modos de CS de 2P y 3P.

Una propuesta de una conceptualización alternativa de dicha distinción se fundamenta en el carácter recíproco que caracterizaría a la 2P, pues se refiere a agentes que coordinan sus acciones unos con otros. El interés apunta a dilucidar hasta qué punto se recluta esta red de interacción no-recíproca durante las interacciones recíprocas en las que los sujetos se atribuyen estados mentales mutuamente.

Se advierte claramente la dificultad que supone el montaje de escenarios y la construcción de experimentos que incluyan interacción. Han resultado de utilidad los paradigmas de la teoría de juego, utilizando dilemas para evaluar la toma de decisiones en interacción.

Preguntas similares pueden formularse en torno al rol del sistema de neuronas espejo (MNS) en la interacción recíproca, ya que en su estudio aún se utilizan paradigmas no-recíprocos.

Se plantea así un problema clave que radica en la manera como se interpretan los datos o en lo que podemos llamar el proceso de significatividad de datos.

Interpretaciones del MNS:

  1. (Rizzolatti, Sinigaglia, etc.) tradicional: es evidencia de una interpretación simulacionista de la CS y se considera que nos ofrece una comprensión de primera persona de las metas e intenciones motoras de otros.
  2. Ahora bien, en un marco de psicología experimental (Heyes) se sostiene que la actividad en estas regiones podría estar más estrechamente relacionada con la habilidad de percibir affordances (posibilidades de acción) sociales. Estas affordances podrían ser entendidas como posibilidades para la interacción provistas por otros, en términos de una activación de programas motores que permitirían la coordinación interpersonal de la conducta.

Hasta aquí hemos considerado el análisis de interacciones diádicas. Es interesante constatar que, a su vez, existen estudios con imágenes cerebrales que muestran que las interacciones triádicas (es decir, las de dos agentes en relación con un objeto o tercero, por ej., el caso de la atención conjunta) incluyen redes cerebrales específicas distintas de aquellas de interacciones diádicas.

Por otra parte, hay un aspecto o modalidad de la perspectiva de 2P que, si bien se reconoce en la psicología del desarrollo, no se ha advertido y en consecuencia tampoco estudiado en el marco de una perspectiva de 2P, y que ontogenéticamente es precisamente anterior a las demás modalidades propias de 2P: la autoridad de 2P o perspectiva de 2P como autoridad.

Si se reconoce que la reciprocidad no es una capacidad innata sino un logro ontogenético, su posibilidad requiere la condición de receptor del que comenzará a ser interactor. Es decir, la perspectiva de2P como autoridad de 2P está en la base de la capacidad del bebé de descubrirse como agente, es decir, de ser motivado o llamado a entrar en una interacción y reciprocidad, para luego descubrirse como agente pleno reflexivamente. Se trata de la sensación temprana de la atención y las actitudes de los otros dirigidas hacia uno mismo. Se experimenta el volverse “objeto” para los demás.

Y aquí podría recuperarse entonces ese sentido más originario de la noción de 2P proveniente del ámbito lingüístico: el de receptor, el de ser motivado o llamado a la interacción como reciprocidad.

Este matiz de la perspectiva de 2P tiene, a su vez, una resonancia onto-teológica y existencial: la de la necesidad de una llamada, de un otro para la posibilidad del despliegue de la intersubjetividad. Y no solo de la intersubjetividad sino de un mundo. Ni la intersubjetividad ni la relación con el mundo pueden desligarse ni comprenderse independientemente.

En este sentido, la fenomenología advierte la co-originariedad del yo, los otros y el mundo (los objetos). Edmund Husserl sostiene, por ej., que la intersubjetividad tiene una importancia directa para el concepto de intencionalidad. Mi experiencia intencional del mundo me otorga un sentido de objetividad que se ofrece en términos de accesibilidad intersubjetiva. El mundo no existe solo para mí, y esto habla de un cierto sentido innegable de lo intersubjetivo. Podríamos decir, entonces, desde las ciencias cognitivas, que la cognición social es posible por la condición primordial intersubjetiva de la persona, por la que el mundo, el entorno y los otros emergen significativamente junto con el agente.

Retomando el punto de partida, podríamos confirmar que la perspectiva de 2P efectivamente ha desempeñado un papel heurístico en la neurociencia, ya que:

-Se ha ampliado el estudio del fenómeno y experiencia de la CS: de una perspectiva de 3P a una de 2P.

-La misma noción y amplitud de la perspectiva de 2P se ha desarrollado: de un sentido de interacción a un sentido de reciprocidad.

Podría formularse como aún pendiente de desarrollo el matiz de 2P como receptor: tanto en el proceso de desarrollo, es decir, en el surgimiento ontogenético de la interacción, como en la adultez y en la comprensión y recuperación de trastornos psiquiátricos, ya que se comprenden como desórdenes o disfunciones en la CS.

Sería posible el estudio de correlatos neurológicos en procesos de motivación para la interacción que permitan distinguir la actividad del agente-autoridad y la actividad del receptor en la interacción junto con la percepción y constitución de un entorno significativo, ya que, precisamente muchos trastornos psiquiátricos van unidos a trastornos de la percepción del mundo y del propio cuerpo.

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Ivana Anton Mlinar es Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de Cuyo (como becaria del DAAD en el Husserl-Archiv de la Universidad de Colonia, Alemania). Es Investigadora de CONICET y Profesora de Filosofía del Lenguaje en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo. Es directora de la revista Philosophia y de la Revista de Fenomenología y Ciencia Cognitiva (junto con Jethro Masís). Dirige el proyecto “Fenomenología y neurociencias: estudios en torno al self” (UNCuyo).